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Superar el duelo: ¿Feliz? Navidad

Sara Losantos, psicóloga de FMLC

 

El artículo de hoy está basado en las vivencias, preocupaciones y temores de muchos de nuestros pacientes y tiene el objetivo de reflexionar sobre la presión que ejercemos en la sociedad y en el entorno para que la gente se muestre feliz en Navidad. También reflexionaremos sobre lo que podemos hacer para que las personas que están en duelo en esta época del año sufran menos.

Durante estas fiestas, en la calle y en los comercios solemos escuchar a menudo: ¡Feliz Navidad! Pero, ¿es esta época feliz para todos? Alegre para unos, nostálgica para otros, la Navidad es el periodo comprendido entre el 24 de diciembre y el 6 de enero, y su celebración se caracteriza principalmente por los reencuentros y las cenas familiares.

Cada año, en esta época, mientras unos empaquetan ilusiones, sorpresas, belenes y festines, otros envuelven recuerdos pasados y lloran a sus muertos. Son los hombres y mujeres en duelo, que durante este período del año buscan un refugio en el que esperar a que pasen los días y  la rutina vuelva lo más rápidamente posible. La Navidad propicia encuentros y reconciliaciones, pero también intensifica la sensación de soledad y la ausencia.

El rechazo a las celebraciones en el duelo

Existen al menos tres motivos que justifican por qué algunas personas sienten tanto rechazo hacia la Navidad:

  1. El dolor es incompatible con la ilusión: Por eso resulta difícil, por no decir imposible, conectar con los momentos alegres de esta festividad si coincide con el periodo en el que estás atravesando un duelo.

  2. La sociedad exige que estemos felices, al menos en esta época. Si dejamos de lado la parte más espiritual de la Navidad y su significado, elementos como el espumillón, las decoraciones, las luces, los regalos… van dirigidos a festejar, a celebrar. Casi podría decirse que se nos exige sonreír y estar contentos. Estar triste en esta época supone una nota discordante respecto a lo que de verdad se espera de nosotros. Se nos pide que estemos felices por los niños, que hagamos un esfuerzo por los demás. Se nos enseña a no demostrar en público cómo estamos en realidad, para no contagiar nuestra pena y no interrumpir la alegría de otros.

    Esta exigencia se presenta prácticamente a lo largo de todo el proceso de duelo, pero se intensifica ahora y, sobre todo, choca de forma frontal con la exigencia personal, que nace de lo más profundo de nosotros mismos. Es una exigencia que nos invita a estar más reposados, centrarnos en nosotros mismos, estar recogidos, crear silencio. En ese intento de reconstruir el mundo de significados que se ha roto con la pérdida del ser querido, esta exigencia contradictoria constituye una gran tensión para el doliente, porque el duelo invita a la introspección.

  1. La comparación entre unas Navidades y otras. Al comparar nuestros recuerdos con el presente nos damos cuenta de que, como reza aquel poema, “cualquier tiempo pasado fue mejor”. La distancia entre lo que otras Navidades fueron y lo que las Navidades son ahora es lo que acentúa la brecha entre unas Navidades que podrían haber sido felices y las Navidades que realmente son. Esa brecha es lo que conforma la nostalgia propia de estas fechas. A fin de cuentas, “nostalgia” es una palabra de origen griego –a partir de nostos, regreso, y algia, dolor- que alude al dolor por el regreso que no puede producirse.

Cómo afrontar el duelo en Navidad

Si pudiéramos destacar algo que pueda aliviar, en alguna medida, el dolor de una persona en duelo en estas fechas señaladas, ya se encuentre afectada por un duelo reciente o por una reacción de aniversario, lo fundamental sería el respeto.

Durante el duelo se manifiestan una serie de fuerzas que hay que liberar o dejar fluir. Cualquier otra fuerza que se mueva en sentido contrario puede complicar el duelo. Por eso, lo mejor que podemos hacer ante una persona que experimenta nostalgia o que atraviesa un duelo, es permitir y legitimar la expresión emocional, sea cual sea, validándola o, al menos, respetándola. Ya lo dice la tradición budista: “El loto, una flor tremendamente bella y elegante, nace en medio del lodo. Sin fango no hay loto”.

Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

2 comments


  1. almudena

    hola lo estoy pasando mal hoy hace tres meses que fallecio mi paqreja.me esta costando mucho


  2. Buenos días Almudena:
    La muerte de un ser querido implica dolor y eso es algo normal. Ahora bien, el tiempo que dura el dolor varía de una persona a otra. Casi todos los expertos en duelo coinciden en que tres meses no es un tiempo excesivo para elaborar el duelo, ni siquiera un año lo es. Cada persona tiene un tiempo concreto para hacer el duelo, que tiene mucho que ver con los recursos con los que cuenta para afrontar ese dolor, con la forma en que “drena” las emociones relacionadas con la pérdida: la pena, la sensación de vacío, la vulnerabilidad… El dolor que implica el duelo es un dolor muy intenso, muy abrumador, cuando lo sentimos nos desconcierta y nos asusta. Si en un mes o así notas que el dolor no cambia de forma o se alivia de algún modo, a lo mejor es bueno que acudas a una consulta de psicología para que te ayuden a poner palabras al dolor, y para que hagan que el dolor se diluya y se deshaga.

    Mucha suerte. Te mando un abrazo muy fuerte.

    Sara Losantos
    Psicóloga FMLC

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