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Cómo atender el duelo de un niño tras perder a un ser querido por Coronavirus

Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC

Estamos atravesando una época incierta, con muchos cambios a los que no han sido ajenos los más pequeños de la casa. En primer lugar, han tenido que quedarse confinados en sus viviendas; en lugar de ir al colegio han recibido educación virtual con un seguimiento; y, por último, les hemos avisado repetidamente de la importancia de no salir, advirtiéndoles –a los de más edad- de los peligros de enfermar gravemente si no se cumplen estas normas.

A lo largo de los últimos meses, nuestros niños han visto cómo su tiempo de juego se ha transformado en un ocio solitario, alejados de sus amigos, realizando sus actividades habituales aislados y en franjas horarias concretas.

Si además estos menores han tenido mala suerte, es posible que hayan sufrido alguna muerte por Coronavirus en su familia -de algún abuelo o bisabuelo- y, en el peor de los casos, tal vez hayan perdido a uno de sus padres.

Reacciones de los niños tras perder a un pariente por Covid-19

En estos casos, podemos esperar los siguientes tipos de reacciones infantiles ante el duelo:

  1. Que no hayan entendido la realidad. Es posible que los niños no sepan que no van a ver a esa persona nunca más, es decir, que la muerte es irreversible. Si el ser querido ha fallecido en otro domicilio o en un hospital y el niño ha permanecido aislado, tal vez no sea capaz de percibir que el hecho de no ver a ese familiar no es transitorio como el aislamiento, sino permanente. Algo que puede ayudarles es que les repitamos que no vamos a ver más a ese ser querido, que aunque parezca mentira, aunque crean que siguen en sus casas ya no lo vamos a ver más porque se ha muerto.
  2. No entienden los cambios en las rutinas causados por la pérdida. Al estar fuera de sus rutinas habituales, pueden pensar que cuando todo acabe irán al pueblo con los abuelos a pasar las vacaciones, que la persona que les recogía en el colegio volverá a recogerlos a pesar del fallecimiento, que si a mediodía iban a comer a casa de la abuela continuará esa costumbre, etc. Tras la muerte debemos explicarles exactamente qué cambios va a haber en sus vidas y cómo se van a gestionar: si los recogía un familiar que ha fallecido, quién irá a buscarlos cuando vuelvan a la normalidad, si comían en casa de la abuela, dónde comerán ahora y, si iban a casa de los abuelos los fines de semana o en vacaciones, qué harán a partir de ahora. No hace falta que seamos precisos, pero sí hacerles ver que ya no volverán a hacer lo que hacían antes.
  3. Tienen miedo de perder a otro ser querido o de ponerse malitos. Se ha hablado tanto de las oleadas, las precauciones y el número de fallecidos, que los niños han captado el mensaje de forma literal y creen que ellos pueden matar a personas mayores o que si se contagian del virus pueden morir. Hay que explicarles que eso no es lo normal, que lo lógico sería que ellos se curasen y también que las personas que les rodean no van a morir en masa, aunque en algunas familias se haya producido más de una pérdida.
  4. Problemas obsesivos o compulsivos asociados. Es muy normal que los niños empiecen a tener pensamientos recurrentes relacionados con los fallecimientos, miedos causados por la posibilidad de que les pase algo o fallezcan las personas que les rodean y tratarán de evitarlo. También es probable que muchos desarrollen compulsiones; de lavado de manos, de higiene, de separación, obsesión con las distancias, los supermercados… En estos casos les ayudará que les hablemos de la frecuencia. Por ejemplo: si creen que alguien puede entrar también entrar a su casa a robar o que estalle una bomba, se les puede decir que eso no suele pasar, que cuántas veces lo han visto aparte de en la televisión, si conocen a alguien a quien le haya ocurrido… De ese modo quizá los pequeños se den cuenta de la escasa probabilidad de que sus pensamientos aterradores se materialicen y puedan relajarse con facilidad.
  5. Duelos retrasados. Al no estar viviendo su rutina normal, los niños pueden percibir esa muerte como no ocurrida y seguir con sus actividades cotidianas. En realidad es como si no la vieran: al estar aislados, no han sido testigos de la pérdida ni son conscientes de la realidad. Es posible que ese duelo se retrase hasta que el menor tome conciencia de las implicaciones reales que esa muerte ha tenido en su vida.
  6. Reacciones de duelo modificadas. Durante el confinamiento los adultos han modificado sus expresiones emocionales. Se evita el contacto físico con otras personas y, por tanto, el consuelo aparece en forma de llamada, de videoconferencia, pero no hay expresiones de afecto con roce o cercanía. Eso puede provocar que el menor no muestre las expresiones emocionales habituales, ya que muchas están ligadas al contacto físico.

Recursos para atender el duelo infantil

Si bien estas son algunas de las cosas que nos podemos encontrar en los niños tras sufrir una muerte durante el confinamiento, no son todas las que pueden aparecer. Ignoramos mucho aún de cómo va a evolucionar esta situación y seguramente nos dejemos muchas cosas en el tintero, pero seguimos estando aquí para responder a vuestras dudas.

Para saber más sobre la atención del duelo infantil, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o descargar gratis nuestro manual práctico “Hablemos de Duelo”, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.

También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:

www.fundacionmlc.org

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